El 23 de abril de 2016 se cumplen 400 años de la muerte del Príncipe de los Ingenios, el gran don Miguel de Cervantes y Saavedra.

No deja de ser curioso que sea este mes de abril el elegido para que el Instituto Cervantes de Bruselas, tras 20 años dedicado a la enseñanza, difusión y promoción del español en estas tierras de Flandes, abandone el palacete de la avenida de Tervuren, un edificio señorial donde los haya, vendido a Etiopía por poco más de 3 millones de euros, para trasladarse a la avenida Louise. A pesar del prestigio de esta avenida, algunos podrían entender este traslado como una rendición de Breda, después de haber puesto una pica en Flandes.Miguel de Cervantes

Estos símiles tan marciales podrían extrañar al hablar de nuestro mayor literato, pero Miguel de Cervantes y otros genios del Siglo de Oro español empuñaron la espada con tanto acierto como la pluma para luchar en defensa del Imperio español, alistados en los famosos Tercios españoles, por patriotismo o por necesidad.

En el caso de Cervantes, una providencia de Felipe II de 1569 ordenó prender al literato, acusado de herir en duelo a Antonio Sigura, maestro de obras. Cuentan que Cervantes, para huir de la persecución del rey, se alistó en los tercios de Flandes, concretamente en el del capitán Lope de Figueroa, que fue reclamado para formar parte de la llamada Santa Liga, cuya misión era luchar contra el Imperio Otomano. Pero lo cierto es que no hay mucha documentación sobre la suerte de Cervantes antes de su incorporación al tercio marítimo de la Armada de la compañía de Diego de Urbina.

Por cierto que según la tradición, el Regimiento de Infantería Mecanizada “Córdoba nº 10” tiene sus orígenes en aquel Tercio de Figueroa, a pesar de que este, con el nombre de Tercio de la Liga, fue disuelto en Namur en 1583 por orden de Alejandro Farnesio.

Sin querer entrar en detalles sobre la actuación de la Santa Liga en la lucha contra los turcos, que fue decisiva para la victoria de las tropas españolas, sí que nos detendremos en la conocida batalla de Lepanto, que tuvo lugar en Grecia, y en la que la compañía de Cervantes soportó uno de los ataques de mayor dureza: de la galera La Marquesa, donde iba embarcado, sólo salieron con vida él y un puñado de hombres más.

Quijote y Sancho en BruselasD. Quijote y Sancho saludando a Bruselas desde la Plaza de España

 

Aquella batalla marcó para siempre la vida del insigne escritor: con ella alcanzó la gloria militar, en ella perdió la movilidad de la mano izquierda (que no llegó a serle amputada), y por ella fue apresado al regresar a España, sufriendo un largo cautiverio, durante el cual se gestó la historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Pero ¿estuvo don Miguel en Flandes, o no? Sí que se sabe a ciencia cierta que su hermano Rodrigo cayó en la primera batalla de las Dunas, que tuvo lugar en Nieuwpoort entre flamencos y españoles en julio de 1600.

El caso es que son muchas las alusiones a Flandes que hace Cervantes en sus obras: en “El licenciado Vidriera”, el protagonista cita Bruselas, Gante y Amberes, “ciudad no menos para maravillar que las que había visto en Italia”; en «la Gitanilla», uno de los personajes tiene que despedirse de su novia para marchar a Flandes; el mismo Don Quijote, hablando de Clavileño, lo compara con la figura de un tapiz flamenco, y Sancho, en la aventura de las bodas de Camacho, se refiere a la novia como “chapada moza que puede pasar por los bancos de Flandes”. Esta curiosa expresión podría hacer referencia a los bancos de arena de la costa flamenca, que tan difícil hacía la navegación: el que ha pasado por allí es persona de mérito; o hacer alusión a la valentía de la joven, en referencia a los bajíos que se atrevían a acercarse a dichos bancos de arena; o a su riqueza, pues la Corona española era deudora de las casas de crédito flamencas; o sencillamente a su condición de moza casadera a punto de ser llevada al lecho nupcial, pues los bancos, soportes de las camas, solían estar fabricados con madera de pino llamado de Flandes.

Los que afirman que Cervantes  paseó por estos lares se basan además en algunas descripciones de determinados “trabajos”, es decir lienzos o cuadros, que aparecen en el Quijote, y que no se encontraban entonces en la Península sino en Flandes, donde don Miguel podría haberlos admirado.

Don Quijote y SanchoSea como sea, y a pesar de que las estatuas de Don Quijote y Sancho, regalo de la villa de Madrid a la ciudad de Bruselas, cuyos originales forman parte del monumento a nuestro escritor más universal sito en la Plaza de España de Madrid, se encuentran en un lugar tan poco destacado como la homónima bruselense de la plaza madrileña, don Miguel se sentiría orgulloso al saber que la llamada lengua de Cervantes es una de las más habladas en la capital de Europa, después de las lenguas nacionales belgas.

Que este cuarto centenario de su muerte sirva para recordar que nuestra lengua es una de nuestras mayores riquezas, y el mayor homenaje que podemos hacer al Príncipe de los Ingenios es cuidarla con mimo y preservarla de ataques y desprecios, conservando su gloria y esplendor para futuras generaciones.

M. Sanz

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