El mes de María en Bruselas.
‘El mes de María en Bruselas’, cuadro de Darío de Regoyos.

Quizá no fuera profeta en su tierra, pero Darío de Regoyos atravesó Europa para encontrar en Bruselas su hueco en la pintura impresionista de finales del siglo XIX. Este paisajista español fue el único extranjero que participó en la creación del grupo de Los XX, revolucionarios y precursores de las nuevas vanguardias. No triunfó en el mercado del arte, pero su figura está vinculada directamente a la renovación artística europea y al impulso de estas corrientes en España. Fue el mejor relaciones públicas de las tendencias pictóricas de su época y correa de transmisión entre el artista y la sociedad.

Su nombre, no muy conocido en España, se vincula a la organización de exposiciones, conciertos y actividades culturales que dieron vida a la ciudad de Bruselas entre 1881 y 1893. Poco más de una década que el artista pasó a caballo entre Bélgica, los Países Bajos y su país natal y que lo convirtió en un símbolo de su generación.

Hijo de un brillante arquitecto, Darío de Regoyos y Valdés nació en Ribadesella, Asturias, en 1857. Completó su formación en Madrid y en 1878 entra en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde recibe clases del belga Carlos de Haes, quién le recomienda que viaje a Bruselas. Recién llegado a la ciudad, De Regoyos conoce a otros intelectuales españoles que se encuentran en la capital belga, como los músicos Isaac Albéniz y Enrique Fernández Arbós. Éste último le presentará a Edmond Picard, escritor, periodista, profesor de Derecho y abogado de la Corte de Apelación belga, que acabará siendo mecenas del paisajista español.

En L’École Royale des Beaux Arts, el pintor prosigue su formación de mano del belga Joseph Quinaux, que marcaría las primeras diferencias de estilo con la escuela española de la época. De Regoyos llegó a decir que le enseñó a pintar «siguiendo a la naturaleza como modelo; a captar sus vibraciones y a ser libre en la selección de los temas».

Cartel de Exposición
Cartel de la exposición de 1889 donde se puede ver a Darío de Regoyos entre los ‘vingtistes’.

Pero más allá de la Escuela, lo que realmente marcaría la diferencia fue el ambiente romántico del momento. De las tertulias en los cafés y el conocimiento de artistas, surgirá en 1883 el grupo L’Essor, del que De Regoyos fomará parte y donde destacaría por su antiacademicismo, en búsqueda de una estética más realista, y antimercantilización. De L’Essor nacería poco después el grupo de Los XX del que Darío de Regoyos cuenta como único fundador extranjero y gracias al cual tendría contacto con artistas como James Ensor, Rodin, Félicien Rops, Paul Signac…

Es precisamente gracias a este grupo de veinte artistas que el riosellano acabaría exponiendo, por fin, en Bruselas, en 1884, durante una primera muestra colectiva en la que cada vingtiste tiene derecho a exponer 6 obras. La muestra se inaugura el 2 de febrero de ese año en el Palais de Beaux Arts, actual Musée Royal D’Art Ancien. El grupo daría que hablar, ya que uno de los lienzos, La Tentation de Saint-Antoine, de Félicien Rops, que representaba a una mujer desnuda en el lugar de Cristo en la cruz, provocaría el rechazo de los más conservadores.

Pero la actividad de De Regoyos no acaba ahí. En 1888 serviría de cicerone para varios artistas belgas durante sus viajes a España. El más importante, aquel que realizó por la península en compañía del poeta y crítico de arte Émile Verhaeren, que escribió una serie de artículos para L’Art Moderne (la revista del grupo) cuya compilación junto a 34 grabados de De Regoyos, que mostraban los aspectos más sórdidos de la España profunda del momento, daría lugar a La España Negra, publicado en 1899.

Sólo el amor, con la francesa Henriette de Montguyon, le haría volver a asentarse en España, esta vez en el País Vasco y ya casado, cuyos paisajes le inspirarían en su nueva etapa puntillista en la que abundaba en el uso de colores puros. De Regoyos pintaría escenas que le diferenciarían de los impresionistas franceses: fiestas, calles, playas, mercados o bosques.

Ya en 1910 iría a vivir a Barcelona, donde fallecería, víctima del cáncer tres años después. Curiosamente, su hija mayor se casaría con Aureliano de Beruete, hijo del también pintor impresionista del mismo nombre, y que será director del Museo del Prado.

Esther Iorfida

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