Los Reyes Magos llegan de Oriente

Los Reyes Magos llegan de Oriente

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Reyes Magos
«Ya vienen los Reyes por aquel camino
ya le traen al Niño sopitas con vino…»

¿A qué reyes me refiero
que a Belén fueron guiados
por una estrella de Oriente
llevando oro y presentes
y encontraron a otro Rey
recién nacido en el suelo?
¿A qué reyes me refiero?

Cualquier niño español que se precie sabe que los Reyes Magos se llaman Melchor, Gaspar y Baltasar, que dos son blancos (uno joven y el otro entradito en años) y uno negro, en representación de todas las razas y todas las edades del Hombre. Sabe también que el 5 de enero se pasean por toda España en carrozas Buzón(la famosa Cabalgata de Reyes) y que en cuanto los pequeños (y no tan pequeños) que han salido a recibirlos se van a dormir, recorren todas las casas dejando regalos para todos, para recordar aquella noche en que llevaron regalos a otro Niño que era Dios. Es tradición que antes de esa fecha se les haya escrito una carta con los deseos de cada cual (no siempre respetados, todo hay que decirlo), que se puede mandar por correo o entregar en mano a los pajes de Sus Majestades, que esperan a los niños sentados en los tronos que salpican la geografía española en estas fechas.

El 6 de enero, la Iglesia Católica celebra la festividad de la Epifanía, o lo que es lo mismo, la revelación de Jesús al mundo pagano, personificado en la figura de tres «Reyes Magos» llegados del lejano Oriente. San Mateo es el único evangelista que los menciona, aunque no dice que sean reyes, sino magos:

«Nacido pues Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer?» (Mateo 2, 1-2)

Oro«Y al entrar en la casa, vieron al Niño con su madre María y postrándose, lo adoraron y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra» (Mateo, 2:1).

Cuenta la historia que los Reyes Magos eran tres, y vinieron de Oriente guiados por una estrella que los condujo hasta Belén. Como venían buscando a un Rey, al ver el palacio de Herodes no lo dudaron y preguntaron allí por el Rey de los judíos, recién nacido. Herodes confesó su ignorancia al respecto pero les dijo que no dejaran de volver para decirle dónde estaba y poder ir también él a adorarle. Los Reyes, siguiendo la estrella, encontraron al Niño Dios y lo adoraron, pero avisados por un ángel volvieron a casa por otro camino. Claro que Herodes no se quedó con los brazos cruzados: mandó matar a todos los niños menores de dos años, matanza que se recuerda el 28 de diciembre, «día de los Inocentes». Jesús se salvó porque otro ángel avisó a José y se exiliaron voluntariamente en Egipto mientras se calmaba la situación.

¿Pero qué se sabe exactamente de estos personajes?

Con certeza, poca cosa. Para empezar, no es seguro que fueran tres. Católicos y protestantes así lo creen, por aquello de los tres presentes: oro, incienso y mirra. Pero los ortodoxos opinan que eran doce. En representaciones tempranas de los primeros siglos después de Cristo aparecen dos reyes magos (como en el cementerio de S. Pedro y S. Marcelino), cuatro (como en el cementerio de Domitila), siete u ocho (como en un jarrón que se conserva en el museo Kircher). Es a partir del siglo IV cuando el número queda fijado en tres.

Los presentes que le traen al Niño son simbólicos: el oro es el metal perfecto que se regala a los reyes, imagen de la luz solar y de la inteligencia divina; el incienso simboliza las plegarias que se elevan al Cielo, según la Biblia de hecho simboliza la oración y en la liturgia de la Iglesia su uso es señal de reverencia; la mirra, amarga, aromática y en forma de lágrimas, representa, según la simbología religiosa, muerte y sacrificio.

CartasEn cuanto a los nombres, nada dice el Evangelio. Parece ser que la primera vez que surgen los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar es a mediados del siglo VI, en la iglesia de S. Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia), en un friso decorado con mosaicos en el que aparece una procesión de vírgenes dirigida por tres personajes vestidos según la moda persa y tocados con gorros frigios, que parecen dirigirse a la Virgen sentada en un trono con el Niño en su rodilla izquierda para ofrecerle los presentes que llevan en sus manos. Encima de las cabezas de estos tres personajes se pueden leer los nombres que han llegado hasta nosotros. El monje benedictino Beda es quien populariza sus nombres describiéndolos así en uno de sus códices, allá por el siglo IX: «Melchor, anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color; Gaspar, más joven y rubio; Baltasar, negro». Aunque griegos y hebreos los conocen con otros nombres muy diferentes…

Con respecto a su origen, Mateo nos dice que venían de Oriente. Los testimonios más antiguos de la Iglesia de Siria y de los padres griegos afirman que proceden de Persia, donde existía la casta de los magos o astrólogos, y otros hablan de Babilonia, concretamente Caldea, donde nace la astrología.

MelchorLa distancia entre Persia y Jerusalén era casi el doble que la que hay entre la antigua Babilonia y Jerusalén, pero no es imposible que los Reyes Magos hicieran un viaje tan largo. En Persia existía una religión, el Zoroastrianismo, de tradición mesiánica, es decir, que esperaba la llegada del Mesías. Cuando Marco Polo pasó por el pueblo de Saveh (pequeña ciudad del actual Irán), sus habitantes le aseguraron que los Reyes Magos habían partido de allí. Las primeras representaciones de los Reyes Magos los muestra ataviados con ropajes persas; de hecho, parece que la iglesia de la Natividad de Rávena se salvó del saqueo de los persas durante la invasión del norte de Italia de principios del siglo VII porque pensaron que las imágenes de los Reyes Magos allí representados eran símbolos persas.

Babilonia, por su parte, tenía muchos vínculos con los judíos: en el 586 antes de Cristo los babilonios invaden y saquean Jerusalén, llevando prisioneros a miles de judíos a Babilonia. Esta no era la primera deportación masiva de judíos a aquellas tierras. Se sabe que la comunidad judía de Babilonia llegó a ser muy importante, lo que hizo que los astrónomos babilonios tuvieran muy presente la profecía de la llegada del Mesías.

¿Y eran Reyes o eran Magos? ¿O ambas cosas?

Algunas teorías afirman que eran Magos, es decir, sabios, adivinos, consejeros de Reyes, y ejercían además la función de los actuales embajadores. Podrían ser los enviados de algún Rey. Se dice que el término Magos que utiliza Marcos es la traducción del griego «Magoi», que deriva de «magu», nombre persa dado a los sacerdotes de la religión zoroástrica. Otros creen que eran astrónomos, que asistieron al nacimiento de una estrella, cuya aparición repentina les hizo creer que había nacido alguien muy importante. Y aunque ningún padre de la Iglesia sostuvo que los Magos eran reyes, la Iglesia en su liturgia aplica a los Magos las palabras: «Los reyes de Tarsis y de las islas ofrecen presentes; los reyes de Arabia y Saba les traerán sus regalos; y todos los reyes de la Tierra lo adorarán.»

¿Y la Estrella que los guiaba?

EstrellaTambién hay varias teorías al respecto: la estrella podría haber sido un cometa; o la conjunción de Júpiter con Saturno, o de Júpiter y Venus; o una «stella nova», estrella que aumenta de tamaño para luego disminuir. Pero las Escrituras hablan de una estrella luminosa que se desplaza hasta llegar al lugar donde estaba el Niño, deteniéndose allí y quedándose fija, lo que no responde al comportamiento ni de un cometa ni de una estrella corriente. Nos encontraríamos pues antes un fenómeno milagroso, como la columna de fuego que permaneció en el campamento judío durante el Exodo de Israel o la luz procedente del cielo que tiró a Saulo de su caballo.

La Estrella de Belén aparece mencionada cuatro veces en el evangelio de Mateo, y si tomamos literalmente la descripción que nos hace de ella, no existe ninguna explicación científica a su aparición. Cuenta la tradición que la Estrella, que era roja, una vez cumplido su cometido, estalló como una flor de luz, esparciéndose sus trozos por todo el mundo convertidos en rubíes.

¿Y qué fue de los Reyes después de adorar al Niño?

SepulcroSan Mateo nos cuenta que se volvieron a su tierra. La tradición nos cuenta que fueron bautizados por santo Tomás y trabajaron mucho por la propagación de la fe en Cristo. Se dice también que fueron consagrados obispos y que murieron martirizados hacia el año 70 de nuestra era. Sus restos están supuestamente enterrados en la catedral de Colonia: descubiertos en Persia, habrían sido trasladados a Constatinopla por santa Elena, transferidos a Milán en el siglo V y a Alemania en 1163.

RoscónEl 6 de enero es tradición en España comer el roscón de Reyes, uno de los dulces navideños más antiguos. Parece que su origen es pagano: en el imperio romano se celebraba el solsticio de invierno elaborando unas tortas redondas hechas con higos, dátiles y miel que se repartían entre plebeyos y esclavos. En su interior se introducía un haba seca y al afortunado que encontraba la legumbre le correspondía ser rey durante un corto período de tiempo. Hacia el año mil, la Iglesia católica había conseguido transformar el espíritu primitivo de la fiesta y en diversos lugares de Francia la figura del «rey haba» recaía en el niño más pobre de la localidad. Fue Felipe V el que importó a España esta tradición del roscón, como culminación de las fiestas de Navidad, desprovisto de todo simbolismo, cubierto de frutas escarchadas y conteniendo una sorpresa en su interior, tradición que se mantiene hasta nuestros días.

Que nadie olvide pues dejar el zapato debajo del árbol, o en el balcón, o donde sea, la víspera de Reyes: sus Majestades son siempre generosas con los que tienen fe. Que no se pierda nunca esta hermosa tradición tan nuestra.

Una curiosidad: la catedral de Bruselas es la única que cuenta en su portada con una representación de los Reyes Magos. Es el momento de ir a comprobarlo si nunca os habéis fijado.

 

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