El belén de Navidad

El belén de Navidad

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Belén

La ciudad de Bet-le-hem, «casa del pan», era un pequeño núcleo situado a unos 9 kilómetros de Jerusalén, que cuando nació Jesús no debía de contar con más de mil habitantes. Esta ciudad ha dado nombre a lo que hoy día conocemos como «belén«, también conocido como «nacimiento«, llamado igualmente «portal» en el sur de nuestra geografía o «pesebre» en Cataluña e Hispanoamérica.

Allá por el año 1223, volvía Francisco de Asís de una peregrinación a los Santos Lugares y lo sorprendió la Nochebuena cerca de Rieti, pequeña localidad italiana. Se le ocurrió entonces celebrarla en la ermita de Greccio, reproduciendo en vivo el misterio del nacimiento de Jesús. Construyó una casita de paja y trajo un buey y un asno de los vecinos de la zona, a los que invitó a reproducir la escena de la adoración de los pastores. Como hacía frío, un muñeco hacía las veces de Niño Jesús. Y cuenta la leyenda que a la hora del nacimiento, el muñeco rompió a llorar, personificándose el Niño, María y José, y llenándose el lugar de ángeles. La idea de reproducir de esta guisa el Nacimiento pronto se extendió por toda Italia.

Nacimiento

Sin embargo, el testimonio más antiguo de un belén con figuras y no con personas se remonta al año 1252, en el monasterio alemán de Füsen. Se dice que en España la tradición del belén es introducida por la orden franciscana en el siglo XV, aunque el primero que se conoce es uno que data de 1300, y que pertenecía a la catedral de Barcelona.

Pero quien realmente lo pone de moda es Carlos III, que en el siglo XVIII, al abandonar el trono de Nápoles para convertirse en rey de España, encarga más de 200 figuras a los artistas valencianos José Estévez Bonet y José Ginés Marín, así como al excepcional imaginero murciano Francisco Salzillo, para el llamado «belén del príncipe«, que regala a su hijo Carlos IV. Muchas de estas figuras se conservan aún en el Palacio Real y son de distintos tamaños, para dar imagen de perspectiva una vez colocadas.

Se extiende la tradición en primer lugar en los sectores más elevados de la sociedad, siendo las figuras refinadas y lujosas, y a continuación, entre todas las clases sociales, apareciendo figuras más toscas, realizadas con barro y cartón, accesibles a los más humildes. Esta tradición se ha mantenido viva hasta nuestros días y y su colocación en hogares, calles y comercios constituye de alguna manera el pistoletazo de salida para las celebraciones navideñas.

Figuras del nacimiento

La comunidad de Murcia es la mayor productora de belenes de toda España y cuenta con importantes y originales creadores de figuras de belén, pequeñas obras de arte. Entre los distintos estilos cabe destacar el belén salzillesco o murciano, el hebreo o tradicional enlienzado (con figuras policromadas y con vestimentas como túnicas o turbantes) y el popular o «género corriente», belén huertano en el que se recrea la sociedad rural.

El Centro Tecnólogico de la Artesanía de la Región de Murcia, ubicado en Totana, es pionero en España en la certificación de calidad del belén artesano, que es un producto único, por su valor artístico, histórico y su vinculación a nuestra cultura. Los controles de calidad realizados permiten asegurar que las figuras no tienen defectos, que la pintura utilizada no es tóxica (pensando sobre todo en que son principalmente los niños los que manipulan estas figurillas) y avala la permanencia del colorido de la pintura utilizada.

Esperemos que esta tradición tan nuestra, tan tierna y tan familiar perdure a lo largo de los tiempos y sepa devolver cada Navidad a todos los que la conserven la ilusión y la ingenuidad de los niños.

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