El Bando de la Huerta, festejo popular y abierto a oriundos y foráneos, es una explosión de alegría que convierte la ciudad de Murcia en un gran escenario, donde los murcianos reviven con pasión y orgullo sus tradiciones y costumbres cada primavera. Y de repente, como si de una vuelta al pasado se tratará, se crea de forma espontánea un retablo viviente costumbrista por toda la ciudad.

Todo comenzó en el carnaval de 1851, cuando a un grupo de Churubitos, o sea, señoritos capitalinos, se les ocurrió parodiar a los Peretes –apelativo de los huertanos–, con su característico hablar. Para ello, escribieron un texto jocoso y algo irónico en el hablar de la huerta llamada “panocho”, imitando los Bandos del Consistorio que anunciaban las normas de obligado cumplimiento. Y así, ataviados como los huertanos, sacaron a la calle el primer Bando.

Lo que nunca imaginaron estos  lechuguinos –dícese de los jóvenes inmaduros y de poco provecho– es que tal ocurrencia daría paso a una cita anual en estos últimos 161 años, donde churubitos y peretes, en fraternal amistad, enseñorean la ciudad.

Refajo bordado
Detalle del refajo (falda) huertana. Bordado a mano.

Hoy en día, el bando de la huerta es el nombre que recibe el vespertino desfile de los martes de Pascua: casi un millón de murcianos y visitantes engalanados a lo huertano se echan en esa fecha a la calle, formando un colorido hervidero de pasión huertana, donde contrastan los blancos zaragüelles de ellos con los refajos de mil colores que lucen ellas.

La jornada comienza con una ofrenda floral a la Virgen de la Fuensanta, patrona de la ciudad. Luego, la gente se dispersa por calles y plazas, donde  esperan más de 100 barracas y ventorrillos, instalados para la ocasión, recreando el ambiente de las viviendas huertanas en otro tiempo.

Los ventorrillos y barracas son lugares donde pasar ratos divertidos con familia y amigos, disfrutar del folclore murciano; y ¡cómo no! dar buena cuenta de platos y guisos típicos de la gastronomía murciana, como el zarangollo, las morcillas, los michirones, sin olvidar los paparajotes –¡ay, esos benditos paparajotes!

Entre risas y viandas, y algún que otro correntillo (o sea, vaso de vino),  se pueden escuchar los bandos burlones y satíricos recitados por los perráneos –o pregoneros– quienes subidos a su carreta hacen objeto de sus burlas y críticas a la política municipal o cualquier acontecimiento acaecido en año. Pero fieles a la tradición, pues eso no ha variado un ápice en siglo y medio, arremeten en sus chanzas con mucho gracejo y más descaro contra quienes gustan de llamar pulitiquillos, ministrillos y/o raboalcaldes.

El Bando de la huerta
Desfile de carros y carretas

Por la tarde se puede apreciar cómo era la vida en la huerta y la ciudad, asistiendo a un  singular desfile de 5 kilómetros formado por 60 carros y carretas con adornos rústicos, seguidas por comparsas, música y danzas, además de gigantes y cabezudos, eso sí, ¡ataviados de huertanos o huertanas!

Los herreros
Los herreros

A lo largo del cortejo se aprecian aperos de labranza, ingeniosos artilugios para el riego o extracción de agua, la cría del gusano de seda, vestimentas tradicionales o la molienda, entre otras cosas. Además, hay exhibiciones de un sin fin de labores cotidianas como cultivar, segar, hornear, herrar, etc. Todo ello en escenarios andantes que con fidelidad reproducen frondosos huertos de cultivo, barracas, frutas y verduras gigantes, y/u otras escenas de antaño.

El pastelero
El pastelero

Además, aparecen entrañables personajes de la vida capitalina, figurando oficios ya abandonados o casi desaparecidos, como el de lechero, pastelero, huevero, zapatero… y hasta el tío de la luz, como se llamaba popularmente al cobrador de la Eléctrica, quienes a pie o en originales  transportes venían a vender a la ciudad sus productos.

Los lecheros
Los lecheros

Cada año, más de 600.000 asistentes siguen con atención este espectacular despliegue, y con complacencia, pues a su paso, las peñas huertanas agasajan desde sus carretas al público con sabrosas viandas y delicias huertanas junto a vino, cerveza o limonadas, haciendo gala de la generosidad características de los murcianos, ya sean churubitos o peretes.

Y para muestra de ello, ahí va un botón… en panocho:

“Yo tremino mi monserga
Pidendo a tos que precuren
venir al Bando e la Güerta

 ¡ Está Murcia que reluce !
Por eso grito mu juerte
Pa que to er mundo me ascuche;

¡ Viva Murcia y sus Fiestas !
Pa que la gente difrute,
Y ¡Viva la Juensantica!
Que con su manto nos cubre.

Sus manda un abrazo juerte…

¡Güestro Perráneo Jesule!
Un güertano hista la cepa…
¡¡ Al que nadie se la urde !!

Enrublicao por… Yo mesmo. El Perráneo “Jesules”.

Todo esto, gracias a la 85 Peñas huertanas y sus 100.000 peñistas (casi el 20% de la población de la capital), quienes formando un inmenso engranaje no sólo preparan estas fiestas con esmero, sino que son los fieles garantes de preservar y divulgar tal riqueza patrimonial, cultural y social.

Extracto de un Bando huertano. Autor: Francisco González López – IV Premio Bandos Panochos 2010.

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