Socarrat ConejoEl arroz socarraíto gusta más a unos que a otros, pero es el que indica si la paella está bien hecha. Circunstancia tan valenciana sirve también para dar nombre a una de las artesanías más tradicionales de esta región, los socarrats. De origen medieval, consisten en unas planchas de barro decoradas en rojo y negro que se cuecen después de pintarse. Tradicionalmente se colocaban entre las vigas, en los techos o en los aleros de los edificios. En los últimos años, se han convertido en tradicionales obras de arte valencianas, comercializándose de forma individual.

Las primeras referencias escritas a estas piezas de artesanía se remontan a 1604, cuando las menciona en sus escritos el Obispo de Segorbe, Feliciano de Figueroa, si bien sus raíces son moriscas y, por lo tanto, anteriores. Aunque en un principio se les atribuía como lugar de origen Paterna, también se han documentado objetos semejantes en Manises y en muchos otros lugares de Valencia. Sin embargo, en aquella época, debían de gozar de mucha más aceptación los azulejos esmaltados, eclipsando así a los socarrats, de los que hay menos referencias documentales y de los que se han encontrado un menor número de piezas originales de la época, de lo que resulta su singularidad.

Grullas en socarrat¿Pero cómo se crean estas piezas de cerámica decoradas en rojo y negro? Para empezar, se amasa la arcilla y con ella se rellena el molde de madera, que le da unas dimensiones que pueden alcanzar a los 40 centímetros de lado, según el lugar donde quiera colocarse. Una vez fuera del molde, el barro se deja secar en un paraje poco aireado y a la sombra. Para decorarlo, se cubre de arcilla blanca muy calcárea o con cal sobre la cual se pinta con óxido de hierro y óxido de manganeso (que dan los colores rojo y negro). Una vez decoradas, las placas se cuecen en el horno a una temperatura de hasta 900 grados.

Las piezas resultantes tenían suficiente resistencia como para colocarlas en los techos con su decoración permanente y de aspecto mate. Al realizarse solamente con una cocción, se las denominó con el término valenciano socarrat” (chamuscado), que será el que finalmente se utilice para denominar este tipo de artesanía.

Artesonado de socarrats
Artesonado de socarrats

Con estas piezas se cubrían las entrevigas de los techos, resultando mucho más baratas que los artesonados de madera de las casas más nobles. Para ello, se realizaban en dos formatos, uno de 30×15 centímetros, y otro mayor, de 40×30 cm. El primero se colocaba en los aleros, vigas salientes o se utilizaba para la decoración de frisos de terrazas, patios, escaleras, etc. El formato de mayores dimensiones iba directamente a los techos interiores, donde además de decorar, servía de soporte para los pavimentos de los pisos superiores o para los tejados. Y no sólo eso, los socarrats se reutilizaban, integrándose en los muros o nivelando suelos.

Pintados a mano alzada, con ayuda de un pincel y del tradicional estarcido del papel, en los socarrats se emplean principalmente tres tipos de iconografía: religiosa, mágica y de representación social. La primera incluye cruces o inscripciones, como en los aleros que se conservan en la mezquita de la Xara en Valldigna, donde se representan versículos del Corán. Barcos, torres y determinados animales, quimeras y monstruos originales del imaginario valenciano conforman la iconografía mágica. Otros socarrats emplean símbolos heráldicos, revelando la condición de señores de los propietarios de las mansiones. En estas piezas se han encontrado incluso escenas cortesanas y satíricas.

En definitiva, originariamente piezas de construcción Socarrartdecoradas, su uso ha ido evolucionando hasta convertirlas en auténticas obras de arte.

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